El Fuego

fuegoEl Señor de las llamas

 

El fuego ha encantado a la humanidad durante siglos. Los animales naturalmente le temen, es por eso que el ser humano se dio cuenta de su superioridad ante estos cuando pudo dominarlo. Su primer uso fue para generar  calor. Cuando el hombre controló el fuego hizo de él un medio práctico para resguardarse de los crudos inviernos. Otro uso que le dio a la par del primero fue   para defenderse de las alimañas. Pero enseguida el fuego dio pruebas de que era de mucha más utilidad. La simple observación de que la punta del palo, con que se removían las brasas de una fogata, se carbonizaba y ganaba dureza, convirtiéndolo en arma de caza más eficaz, fue el principio de su aplicación como generador de técnicas.

A su alrededor, y gracias a su calor, han vivido miles de generaciones. El hombre ha sabido usar la fuerza destructiva del fuego en su provecho, para extraer la energía de los materiales que le proporcionaba la naturaleza o poder moldearlos a su gusto e  incluso para usos bélicos. Si bien la mano es la herramienta principal del hombre, también el fuego tiene parte en la responsabilidad de la construcción de la actual cultura. 

 

Antes del primer ardor. famiglia_ok

Según lo expresara Carl Sagan en su libro “Sombras de antepasados olvidados”, para que exista el fuego debe existir oxígeno y este elemento no siempre ha estado presente en nuestra atmósfera, por lo que el fuego es posterior a la Tierra. Contrario a lo que parece obvio, el Sol no tiene fuego, sino plasma  incandescente. El fuego es entonces posterior a la presencia de oxígeno en la atmósfera terrestre y éste a su vez es debido a la proliferación de vegetales fotosintéticos que mediante esta función llenaron la atmósfera de oxígeno.

Pero… ¿Qué es el fuego?

El fuego es la manifestación visual de la combustión. Pero para que esta ocurra se necesitan cuatro elementos:  el Combustible (usualmente, un compuesto orgánico, como el carbón vegetal, la madera, los plásticos, los gases de hidrocarburos, la nafta, etc.); el Comburente, el oxígeno del aire (indispensable para la combustión  como auxiliar mecánico); la Temperatura, o energía de activación, que se puede obtener con una chispa, temperatura elevada u otra llama y la Reacción en cadena, o sea la reacción mediante la cual la combustión se mantiene sin necesidad de mantener la fuente principal de ignición.

La concurrencia de estos cuatro factores da lugar a la combustión.

 

Combustibles:

Cada combustible tiene una temperatura de ignición  distinta, a la que es necesario llegar para inflamarlo. En la mayoría de los casos, una vez iniciada  la reacción de oxidación, el calor desprendido en el proceso sirve para mantenerlo. E combustible libera, al quemarse, una cierta cantidad de energía en forma de calor, igual a la energía que mantenía unidos los átomos en las moléculas del combustible, menos la empleada en la formación de los nuevos compuestos (gases resultantes de la combustión o gases quemados). La cantidad de energía que cada combustible produce se expresa por su poder calorífico.

 

La Calefacción a leña

El fuego a base de  leña ha sido el método más tradicional de calefacción,  una costumbre casi tan antigua como la existencia del hombre.

Relatar las ventajas de la leña es combinar emociones con elementos materiales.  Por un lado la leña es un elemento combustible sin poder de explosión, que incluso puede obtenerse gratuitamente, con alto poder calórico y  biodegradable aun después de su combustión. Por otro, es una imagen cálida ligada al círculo hogareño y a la familia con un elevado  poder de fascinación visual, que afecta a varios aspectos sensitivos: olor, vista tacto y oído. Convoca al encuentro,  ya que nos invita a reunirnos a su alrededor.

 

Algo muy  importante  en la  leña es su humedad. Para  poder darnos su mayor poder calorífico, la leña  debería estar seca.  Se recomienda un tiempo mínimo de 18 meses de almacenamiento, preferiblemente a cubierto.   La madera con alto grado de humedad reduce su poder calorífico y  dificulta el encendido. Su combustión produce condensación y alquitrán en los conductos de humo.

 

      hogar El Hogar

Poco tiempo después de aprender a dominar el fuego el hombre construyó     sitios donde poder contenerlo y aprovechar el calor que generaba. Fue el inicio de los hogares, los que fueron utilizados durante siglos hasta la actualidad.

La eficacia de un hogar de leña se mide por su rendimiento y este a su vez determina el consumo. Factores ambientales pueden determinar la capacidad de calor que puede emitir un hogar, pero mas importante que las circunstancias exteriores serán las del propio aparato y su capacidad calorífica. Incluso una buena ubicación nos ayudará a añadir rendimiento al consumo de leña. La proximidad a huecos de escalera o tragaluces ralentizará el calentamiento por la fuga del aire caliente hacia arriba.

Los hogares o chimeneas; cuando funcionan bien; son  elementos visualmente muy atractivos pero no tan buenos desde el punto de vista del ahorro de energía. Una chimenea a leña, cuando está prendida, generalmente calienta un ambiente y enfría los restantes. El efecto se produce porque la combustión genera un tiraje de aire desde el interior al exterior, aire que viene desde las habitaciones aledañas. Este aire es introducido por las rendijas de las ventanas y puertas del exterior, con lo cual esas habitaciones sufren una gran pérdida de energía. Se produce un efecto contrario al deseado.

Un gran fuego abierto es muy romántico,   pero  en el ambiente en que está instalada provoca  que la renovación del aire sea de cinco a seis veces por hora, cuando lo que se necesita es que este reemplazo de aire viciado por aire limpio sea de apenas una renovación de aire por hora.    Este exceso de aire de renovación penetra en forma forzada por las rendijas de las puertas ventanas y techos de chapa, generando los conocidos chifletes que tienen un efecto negativo muy importante en el confort de la casa. Los rendimientos de estos hogares de fuego abierto difícilmente superen el  15%.

 

    salamandra Calor por convección.

Hoy día existen salamandras por convección que aprovechan mucho  mejor la energía calorífica que sus predecesoras. Incluso, el nacimiento de los hogares cerrados, primero en piedra y luego en fundición, comenzaron a aprovechar la verdadera potencia de la leña. El rendimiento de estos hogares puede ser mejorado hasta en un 500 % transformándolos en un convector de calor.

Para ello hay que introducir en el habitáculo del hogar un artefacto de calefacción a leña de hierro o fundición (salamandra, estufa, etc.) y conectar la salida de gases del artefacto al exterior con un caño, el cual podrá salir por el hueco de la chimenea o por la pared. Luego se tapa el hueco de la chimenea en su parte superior, dejando solamente salir el caño que permite la evacuación de gases del artefacto instalado, cuando el caño es insertado en el hueco de la chimenea. Por último se debe abrir una o varias ventanas en la chimenea del hogar, a la altura del techo en    donde está ubicado el hogar. Si alguna de las paredes que forman la chimenea del hogar da a otra habitación de la vivienda también se abren ventanas a las mismas para permitir que el aire limpio caliente circule por ellas. Este procedimiento permite que un  hogar se transforme en un poderoso artefacto que calefacción  por convección.