Federico Andahazi

 

Por Jorge Stermieri

                                                                                                                                                                                                       Por Jorge Stermieri. Otoño de 2008

 

Una década atrás, Federico Andahazi tuvo un arrasador éxito con  “El Anatomista”, libro que lo convirtió en un escritor  best-seller y que ya ha sido traducido a más de 40 idiomas.

Luego de lanzar su octava obra “Pecar como Dios Manda. Historia Sexual de los Argentinos”, nos recibe en su casa de Costa del Este.

 

 

 

 

¿Sitios como Costa del Este te inspiran para escribir?

Durante mucho tiempo, pensé que no me podría mover de Buenos Aires.  Tenía muy vinculada la escritura a la ciudad. Yo me crié en Callao y Corrientes, viví ese pulso que tiene la avenida Corrientes, esa sucesión de librerías… cgg (3)on decirles que llegué a comprarme un departamento arriba del bar de Callo y Corrientes donde me sentaba a escribir

 

 

 

 

 

 

¿Te cautivaba esa movida cultural?

Sí, realmente. Todos esos bares…  diría que empecé a escribir con esa escenografía y durante mucho tiempo tuve la sensación de que si me la sacaban, me quedaría sin libreto. Buenos Aires es una ciudad muy agobiante pero como todas las grandes ciudades hay que tenerle mucho respeto.

 ¿Te dan ganas de vez en cuando de escapar del ruido?

Con mi mujer estamos evaluando la posibilidad de un cambio, si bien no instalarnos en un bosque, por lo menos equilibrar.  Les cuento que este, mi último libro, lo escribí casi por completo acá. Lo pensé acá y lo desarrolle acá. Con lo cual para mí, este libro realmente prueba que no me es imprescindible la ciudad para poder seguir escribiendo.

Es una balanza ¿verdad?,  como la que utiliza Pablo Coelho cuando se refugia en la campiña francesa. ¿El entorno natural te invita a crear?

Sí. Aunque esto es curioso, porque casi todos mis libros transcurren en la Edad Media o en el Renacimiento, en la antigüedad, y muchos tienen la idea de que para escribir libros como El Anatomista tuve que haber andado por Venecia o Florencia, pero lo más lejos que había llegado por aquella época era Montevideo. Estar en un lugar tan distinto te obliga a un ejercicio de reconstrucción mucho mayor, por el contraste.

 ¿Ser Psicoanalista colaboró para construir la personalidad de cada uno de tus personajes ?

Soy Psicoanalista de formación. Pero es curioso, porque yo llegué al psicoanálisis por mi pasión previa por la literatura. Cuando uno lee a Freud, está leyendo a Goethe, o a los clásicos griegos. Para el psicoanálisis resultó fundamental la inspiración en la literatura. Cuando nació el Psicoanálisis  no se contaba con un corpus teórico, entonces lo que tenían a mano, era la literatura. El psicoanálisis nunca pudo prescindir de la literatura. Toda la obra de Freud, tiene como referencia a la mitología griega, por ejemplo; pero la literatura, sí puede prescindir del psicoanálisis. A veces estoy describiendo a un personaje y descubro que no me cierra; descubro que en realidad, en vez  de hacer una descripción, estoy haciendo una historia clínica.

¿Tendés a mezclar, entonces, tu profesión de escritor con la de Psicólogo?

¡Claro!, En El Anatomista, por ejemplo. El prólogo lo tuve que re escribir diez o quince veces, porque todo el tiempo se me mezclaban términos psicoanalíticos. La terminología psicoanalítica es muy teórica y muchas veces eso al lector, lo abruma.  El lenguaje literario es muy diferente.

Para el lector, ¿es más atrapante una historia basada en un hecho real?

El lector nunca sabe, siempre le va quedar esa duda acerca de si esa historia que le estás contando está basada en un hecho real o es ficción. Muchos hasta el día de hoy, creen que la figura de Mateo Colón, el descubridor del clítoris, es pura ficción, pero realmente existió. Pero entiendo, que suena bastante inverosímil, que haya existido un tipo que llamándose Colón, se declare descubridor del clítoris.

El trabajo de escritor de ficción es finalmente el de un mentiroso profesional. Una ficción es eso, una mentira.

Ahora es cuando me la veo en figuritas, en este ultimo libro, que es un libro de historia, donde no me puedo tomar la licencia ni la prerrogativa de mentir, porque el trabajo de investigación, es un trabajo donde uno tiene que ejercer una responsabilidad cierta.

El trabajo del escritor de ficción, consiste en la más absoluta irresponsabilidad. Es el terreno de la libertad absoluta, donde uno hace lo que se le antoja, sin ataduras. Los libros de investigación, necesitan de un rigor, al que los escritores de ficción no estamos acostumbrados. Aunque investigando, me encontré algunos datos en los que uno pone en duda aquellos documentos que está consultando. Por ejemplo,  encontré una carta poco difundida, de Miguel de Cúneo, un amigo de Cristóbal Colón, donde se presenta a Colón como un proxeneta. Este hombre recibió de manos de Colón, una indiecita para su diversión sexual y se lo agradece en la carta. Esta agudeza del documento es realmente impresionante.

 ¿Cuánto de vos hay en tus personajes?

Mucho. Uno se puede disfrazar, pero por más que se esconda en personajes de la Edad Media y se traslade a ciudades muy lejanas, siempre está hablando de su propia subjetividad. Uno se puede disfrazar de muchas cosas, pero por más que mienta, no está haciendo otra cosa más que ocultar su propia biografía. Paradójicamente todo relato es autobiográfico.

Nostradamus predice que en el año 2012 se termina el mundo. ¿Qué pensás que  pasaría si la humanidad tuviese absoluta certeza de ello?  Se trastocarían todos los valores ¿no?

Si existiese esa certeza, serían los mejores cuatro años de la humanidad.  Esta idea del Apocalipsis, fue la que generó los mejores movimientos. El cristianismo surge bajo la premisa del Apocalipsis.  Jesús cambia la ética universal cuando por primera vez alguien habla de perdonar al enemigo, fue tremendo.

 Revolucionario…

Realmente lo fue. Todas estas máximas del cristianismo, tienen que ver con esta idea del Apocalipsis. Perdonar al otro tiene sentido, si el mundo se va a acabar y hay un mas allá. No se podía estar en un estado de enemistad eterno. El perdón, tenia que ver con esto. Con una reconciliación para toda la eternidad.

 Volviendo al fin del mundo.  También perdería todo valor la doctrina materialista…

Otra premisa del cristianismo es el desprecio por la riqueza. ¿Qué decía Jesús de esto?  “es más difícil que entre un camello por el ojo de una aguja  que un rico en el reino de los cielos”. ¿Para qué carajos querés riqueza, si en el más allá no las vas a necesitar?

Vuelvo a insistir con lo mismo. Si tuviésemos esa certeza, serian los mejores cuatro años de la humanidad.

¿Tenés algún ritual a la hora de escribir?

En una época, desollaba gatos muertos ja ja ja.   Fuera de broma, a ver… yo cambié mucho. Empecé a escribir en la calle Corrientes, era un fumador empedernido, escribía hasta las 5 o 6 de la mañana. Ese era mi ritual. Salía con mis cuadernos e iba a escribir a los bares.

¿Nunca buscaste lugares silenciosos?

El silencio de las bibliotecas, por ejemplo es un silencio ruidoso, porque si se mueve una silla parece que fuera un terremoto, si sentís volar una mosca parece que fuera un Jumbo. En cambio para mí el bullicio parejo de un bar es perfecto para escribir. Es algo que heredé de mi viejo, él era un animal de bar, fanático de la Avenida Corrientes. Mi viejo era un muy buen poeta.

¿Qué te hizo modificar ese ritual?

Cuando uno tiene hijos, ellos vienen a educarnos. Desde que nació mi hija, yo dejé de fumar, empecé a ser mas diurno, porque si la quería ver no podía quedarme despierto hasta las 6 de la mañana y después dormir todo el día. Entonces hicimos una suerte de pacto, en donde mi hija se volvió bastante más noctámbula y yo me volví mucho más diurno. El nacimiento de mis hijos  drásticamente cambió mis rituales.

Los hijos modifican nuestra vida… indudablemente…

 Pongámonos de acuerdo en que nuestros hijos nos enseñan mucho. Por ejemplo, mi hijo más chiquito, nació prematuro, muy chiquitito, 25 semanas de gestación. Le pasaron mas cosas en seis meses, que lo que le puede pasar a muchos en toda su vida.

Como Quetza, tu personaje en El Conquistador

Yo necesito que alguien me lo explique, porque no lo puedo creer. Yo ya había escrito y había presentado el libro. Quetza  era un chiquito que estaba prácticamente condenado a muerte y lo salva un viejo. Tenía una enfermedad intestinal que fue la misma que tuvo después Blas, mi hijo, al que tuvieron que operarlo varias veces, en fin… fue algo realmente impactante.

Esas cosas  nos dan las reales dimensiones de los problemas… ¿no?

¡Antes me hacía problemas por cada cosa! Ahora me doy cuenta que no podía ser tan pelotudo. Mi hijo me enseño que problema es otra cosa. Y eso que el problema no lo tenía yo, lo tenía él. Con 650 gramos, el tipo se portó como un héroe y me enseño mucho. Uno tiene la falsa percepción de que uno educa a sus hijos. Pero es al revés. Si uno no se deja educar por sus hijos, está en serios problemas.

En definitiva, es una educación recíproca…

 Si. Particularmente, tomé muchas cosas de mi viejo. Heredé primero su profesión,  que era psicoanalista. Y tengo su oficio, ya que era poeta. Mi viejo nunca escribió prosa. Tiene novelas inconclusas, tiene cantidad de cuentos inconclusos. Y es evidente, que la influencia de él en mí, fue muy grande; Yo nunca pude escribir poesía, porque era el lugar reservado a él, aunque me hubiese encantado. Y me gustaría que mis hijos pudieran terminar aquello que yo no.

 Sabemos que considerás a la ficción como una mentira, más o menos bien contada. ¿Qué tal sos como compañero de truco?

 Ja ja ja. La verdad es que soy un buen jugador de truco. Soy un mentiroso profesional. De eso vivo. Y eso es un problema, a veces para mí, ya que la gente que me rodea, suele no distinguir cuando digo la verdad o cuando miento. Es que esto de ser escritor me acompaña todo el tiempo. Vivo inventando historias. Yo le enseño a mi hija a disfrutar los relatos, aunque ella sabe que estoy inventando, pero no me quiere poner en evidencia, porque sabe que se termina el cuento.

Es que los niños saben que este mundo ya tiene demasiada realidad…

El mundo real tiene la peor de las mentiras, porque es la mentira de la estafa. La mentira del político, la mentira cotidiana. En cambio el escritor, tiene un pacto con el lector, en el que el lector se deja engañar.

¿Los talleres literarios inhiben la impronta del artista?

Te voy a decir algo: el mundo está hecho para que uno no escriba. Para llegar a escribir hay que superar muchos escollos. Todo está conspirando contra la escritura. Su principal enemigo es la academia y muchas veces, son los propios escritores. Es un mundo muy miserable. Muchas veces, los talleres literarios, dado por ciertos escritores,  tienen como propósito, no generar escritores, sino generar escritores frustrados. Y eso yo lo pude ver. Lo mismo sucede con la carrera de Letras, en la que se pone  empeño en que la gente no sea escritora. Yo creo que hay que tener cuidado con esta gente. Pensá en cualquier escritor que admires e imaginátelo en un taller literario. La única forma de llegar a apreciar y amar a  la literatura es leyendo, es uno de los pocos actos íntimos que nos está quedando.

¿Qué significa en tu trayectoria “Pecar como Dios Manda. Historia Sexual de los Argentinos”, tu último libro?

 Este es el libro más importante hasta la fecha de mi carrera, porque es mi primer libro de investigación. Ya sé que tengo mis lectores de ficción, pero ahora, ¿cómo seguirá esta relación con el lector con este libro de investigación histórica? Es un  libro en el que tengo puestas muchas expectativas y del cual estoy muy orgulloso.

El libro surge de esta hipótesis: no se puede entender la historia de un país, si no se entiende la historia de su sexualidad, porque somos hijos del sexo. La sociedad es hija del sexo. Un país es hijo del entramado de relaciones sexuales que lo gestaron.

Es indudable que tenía razón Freud, ¿no?

Por supuesto. Así como la historia de un sujeto se explica a partir de su sexualidad temprana, la historia de un país se explica a partir de su sexualidad.

Es la visión del país como sujeto…

Claro, absolutamente. Uno lo vio en Roma, en Grecia, en el Imperio Persa. Uno entiende la historia de esos países cuando puede ver como eran esas orgías, que estaban en juego en esas orgías, que lugar le otorgaban a la mujer. Esto es fundamental y es lo que mas se oculta y se esconde.

¿Te interesaría acompañarnos en un eventual concurso literario organizado por Revista Claroscuro,  siendo el jurado del mismo y eligiendo la obra ganadora?

 Sí, por supuesto. A mi me  complace poner a la gente a escribir. Cuenten conmigo. Claroscuro es una revista que me encanta. Es excelente, empezando por el papel, la impresión, la redacción y la diagramación. Además es una revista muy bien hecha, mejor que muchas de las revistas que tienen chapa y son de tirada nacional.

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Nos retiramos de la casa de Federico sensiblemente impactados. Es un tipo simple y se nota. Lo demostró en cada momento, mate por medio, durante dos horas de deliciosa conversación, que de tan amena, se esfumó sin darnos cuenta.