CUBA.

????????????????????????????????????
Por Jorge Stermieri

Sencillamente incomparable.

DSC_0223 (2)

 

Cuba es un destino único, de variada y perfecta composición. Sus playas de ensueño, sus lugares paradisíacos, su cautivante historia, su música, su gastronomía, su cultura y su pasión, son la esencia de esta isla encantadora. 

 

 

Nos hospedamos en Cayo Coco, conocimos Cayo Guillermo y la increíble Playa Pilar, para terminar nuestro viaje unos días en La Habana.  Una vez en la capital, seguimos al pie de la letra todo lo que la agenda turística recomienda, pero por otro lado, nos dimos un verdadero gusto: recorrer la ciudad con la orientación y guía de Pedro Pérez Rivero, Profesor titular de la Cátedra de Historia, de la Universidad de La Habana.

Dimos una vuelta por el Malecón, lo cual en sí mismo es mucho más que una caminata. Luego fuimos a la Plaza de La Revolución. Esta histórica plaza es monumental, verdaderamente imponente. Nos encontramos con el famoso memorial esculpido en honor a José Martí y con un museo con excepcional información.

Museo de la Revolución

Frente a la plaza se encuentra el Ministerio del Interior con la conocida imagen de Ernesto Che Guevara y una imagen homenaje a Camilo Cienfuegos. Por supuesto ¡nos tomamos la clásica foto!

DSC_0598 (2)

Cerramos el día comiendo en un “paladar”. Los paladares son lugares en los que podemos probar la verdadera comida cubana.

Nos recomendaron visitar el legendario Hotel Nacional. Encontrarse en este hotel, no implica únicamente la visita a un hotel cinco estrellas, sino también a un pedazo de la historia de Cuba. Fue inaugurado en diciembre de 1930 y aún hoy mantiene el lujo y la elegancia de aquellos años. El país declaró al hotel Monumento Nacional y lleva el título de “Memoria del Mundo”, otorgado por la UNESCO.

Al anochecer nos acercamos al Morro, es una antigua fortaleza que nos brindó un peculiar espectáculo. Jóvenes cubanos que realizan el servicio militar se encuentran uniformados de la misma manera en que lo hacían los soldados españoles siglos atrás. Una pequeña escolta realiza el disparo de uno de los cañones, de manera simbólica, pues durante la época colonial el disparo de cañón se realizaba para indicar la apertura y el cierre del puerto de La Habana.

Arrancando el día, en la Habana vieja, fuimos a “El Floridita”, un bar y restaurante que funciona desde 1817 y se hizo mundialmente famoso gracias al escritor y periodista Ernest Hemingway, quien acostumbraba visitarlo con regularidad. De hecho, su eslogan es “La cuna del daiquirí” y el propio Hemingway acrecentó su fama con una frase que atrajo a turistas de todo el planeta: “Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita”. Allí, una estatua de un Hemingway acodado en el extremo de la barra es la gran atracción del bar.

????????????????????????????????????

 

Por la noche volvimos al barrio antiguo de la ciudad, centro histórico y patrimonio de la humanidad (considerado por la UNESCO).  Tropezamos con la Catedral de La Habana y un gran número de edificios coloniales, plazas, restaurantes, hoteles, hostales y demás atractivos, terminando la noche en La Bodeguita del Medio, para cumplir con la recomendación del gran escritor y saborear de paso, unos refrescantes mojitos al son de buena música cubana.

Reinaldo. Licenciado en Economía. Encargado de La Bodeguita del Medio

No nos fuimos de La Habana,  sin tomar un helado en Copelia, emblemática heladería donde fue filmado el largometraje “Fresa y Chocolate”, recordada coproducción cubano/española/mexicana. En el lugar, había  guardias vigilando el ingreso. Para entrar los cubanos debían hacer una gran fila. El área de turistas estaba tranquila, sin gente.

 

Lo último del día: Comprar Habanos y Ron. Excelentes souvenirs para nuestros amigos y familia.

 

 

 

????????????????????????????????????

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un mundo de sensaciones enfrentadas

El texto de esta nota bien podría haber finalizado en el párrafo anterior, pero para ser respetuoso con los lectores de Claroscuro y conmigo mismo, quise reflejar en ella todas las sensaciones que tuve dentro de la isla;  haciendo hincapié también, en aquello que nada tiene que ver con la fascinación de pisar esas paradisíacas playas de arenas claras y grandes palmeras o de sumergirse en sus aguas cálidas. De esto último nada podría agregarse a lo que todos conocen o suponen: es maravilla pura.  Me refiero a lo otro, a lo que escapa del ofrecimiento turístico, que es al fin y al cabo, aquello  que nos permite sentir que conocimos algo de la esencia del lugar que visitamos.

????????????????????????????????????

Por eso y para eso, nos alejamos de las costas y nos adentramos en la Cuba que pocos conocen. Recorrimos las ciudades de Matanzas, Ciego de Ávila y Morón, e interactuamos con su  gente.

Voy a contarles lo que sentí, aunque de movida, al hacerlo me prejuzgo algo insolente, ya que soy consciente que mis palabras contarán con la desventaja de ser escritas por un turista argentino, un extranjero, que al aventurarse a realizar un análisis de una realidad muy difícil de entender, como la cubana, puede ofrecer a quien lea, una observación muy subjetiva con los riesgos que ello implica.  Al escribir esto, tampoco pretendo juzgar a un gobierno que lleva más de 5 décadas en el poder,  mucho menos por aspectos aislados.  Sólo describiré sensaciones, momentos y datos que emanan de charlas y observaciones. Lo que le cuento a los lectores, lo hago desde la más absoluta honestidad intelectual. No procuro solemnidades ni verdades absolutas, porque sencillamente considero que esas verdades no existen, ni en Cuba, ni en Argentina, ni en ningún sitio.  Sólo narraré lo que sentí íntimamente luego de charlar un tiempo razonable con cubanos “de a pie”, en entrevistas que mantuve con ellos: gente de distintas edades, estudiantes, trabajadores y ancianos (relacionados con el sector turístico y residentes en poblados que están fuera de esa esfera),  profesionales o no, etc.  Desde un niño de 5 años (Andy) que jugaba a ser un súper héroe usando como capa la bandera argentina, hasta Armando, un anciano que conoció al Che y a Fidel y me contó anécdotas vividas en Playa Girón y durante la crisis de los misiles.

DSC_0527

Debo admitir que durante muchos la realidad social cubana fue para mí un enigma que siempre me interesó develar;  igual o más que las realidades de cualquier otro país de los que me tocó visitar. Probablemente se haya debido a ese permanente y profundo contraste entre las voces que defendían los logros de la Revolución y aquellas otras que pintaban a Fidel Castro como un opresor o un totalitario más. Quizá haya tenido que ver también, lo cautivante que siempre me resultó la estampa del Che y su romanticismo ideológico, y su sueño del “hombre nuevo”. La imagen de ese argentino que luchó fuera de su patria contra las injusticias sociales, con un espíritu rebelde e incorruptible y que se animó a enfrentar al gigantesco monstruo imperialista.

Todo alrededor de Cuba siempre me resultó contradictorio. No entendía, por ejemplo, qué fuerza motivaba a miles de cubanos  a abandonar su patria, sabiendo que podían morir en el intento de alcanzar las costas de los Estados Unidos, cruzando el Estrecho de la Florida sobre una balsa precaria o cualquier cosa que flotara. Y cuando quería informarme me encontraba con distintas voces. Algunos decían que se trataba de gente que huía de las políticas sociales, económicas y migratorias de la isla, y otros que me explicaban que todo se debía a un macabro plan de seducción de los yankees, sumado al ahogo que provocaba el intenso bloqueo económico que estos últimos ejercían sobre Cuba desde 1960 para desestabilizar el gobierno socialista de Fidel Castro. En fin, otra vez blancos o negros.  Y tratándose de emigrantes, lejos estoy de prejuzgarlos. Soy hijo de un italiano y una española que por diferentes motivos emigraron de su patria, y vivo en un país que albergó a millones de ellos, con lo cual, soy de los que piensan que abandonar  tu lugar de origen  o permanecer en él es una decisión muy personal, que nunca debe juzgarse en términos morales.

Es sabido que Cuba tenía una economía sostenida por la URSS, a través de la cual ingresaba el petróleo (energía), maquinarias y materias primas escasas en la isla, a cambio del excedente de la producción de azúcar, café o cacao que conseguía el sistema productivo cubano. A partir del año 91, con el “Periodo especial” el país entra en una fase de aislamiento económico, cuya principal consecuencia es la escasez de materias primas; una carencia acentuada hasta el extremo a causa del bloqueo económico norteamericano.

Hoy el país atraviesa una situación económica que en las nuevas generaciones viene derrumbando el ideal de país por el que tanto lucharon sus padres. Los trabajadores ganan en promedio unos 750 pesos cubanos mensuales (unos 30 dólares)  y no les alcanza para cubrir sus necesidades. El Estado le vende en forma subsidiada a cada cubano una vez al mes, de modo  racionado y a precios muy económicos (los precios están en pesos cubanos y son acordes a los salarios en Cuba) alimentos que son provistos por una libreta de abastecimiento. La comida adquirida a través de esa libreta –aseguran- alcanza para unos 15 o 20 días. Una vez que se terminan los productos tienen que salir a comprar a precios no subsidiados, los cuales son carísimos.

CSC_0838 (2)

Todo trabajador cubano (sea un barrendero o un neurocirujano) tiene la misma realidad económica. Sólo una pequeña porción de los trabajadores tienen un pasar un poco mejor.  Se trata de aquellos empleados de los grandes complejos turísticos, que multiplican su sueldo con las propinas que les dejan los turistas.  De todos modos éstos tienen una realidad compleja. Los que trabajan en los grandes hoteles de los Cayos cubanos viajan un promedio de dos horas de ida y otras dos de vuelta para ir a trabajar;  ya que viven en poblados distantes. Viajan en colectivos antiguos (Guaguas) e incluso, en algunos casos, en las cajas de camiones.
Creo que ya no existe en la cabeza ni en el corazón de la gente (al menos en aquellos pertenecientes a las últimas generaciones), el concepto de que “la revolución nos equiparó a todos “o “en Cuba todos somos iguales”; ya que ven que eso no es así y quieren lograr el progreso económico por fuera de un sistema que no se los permite. Lo hacen rebuscándoselas (o “inventando”, como dicen ellos) con la venta callejera en ciudades turísticas como La Habana o simplemente tratando de conseguir un trabajo donde ganen más. Es muy común ver un camarero Ingeniero, una mucama Farmacéutica, un barman Médico o un taxista Veterinario.  Los profesionales buscan un salario (cualquiera sea la tarea) que les permita cubrir sus necesidades básicas.  Y eso, lejos de considerarlo una curiosidad turística o un signo de igualdad de clases, me pareció injusto y lamentable Fueron varios los que me dijeron: “Nuestros jóvenes hoy ya no quieren estudiar. Su meta, de tener que permanecer en Cuba, es ligarse al turismo”

Verdaderamente conmocionante resulta el contraste feroz que existe entre los turistas y los ciudadanos cubanos. Estos últimos no tienen igual oportunidad para comprar bienes y servicios que  los visitantes y residentes extranjeros. El ciudadano cubano tampoco tiene acceso a ciertas áreas públicas (playas, parques, hoteles, restaurantes y ciertos establecimientos de venta de comestibles)  que están reservadas sólo para los turistas. Lo mismo pasa con el transporte.

Pero es puntualmente en las playas donde se da un fenómeno sumamente discriminatorio.  El cubano no ocupa aquellas playas donde veranean los turistas. Es más, se les recomienda no interactuar  y mucho menos aceptar nada de estos. Tuve la oportunidad de vivirlo en carne propia.

En cuba están bajo un régimen que definen como “Socialismo de Estado”. Tienen un sistema  basado en una planificación total de la economía y un control estatal de los medios de producción y de todas las actividades comerciales legales (aunque algunos negocios particulares muy pequeños han sido aprobados por el gobierno, son sometidos a impuestos y regulaciones asfixiantes que no permiten su desarrollo). Los comercios, los pequeños puestos (inclusos los de artesanos), los taxis, etc., etc., son propiedad del Estado. Incluso las grandes cadenas de hoteles españoles que existen en los puntos turísticos de la isla, son empresas mixtas con mayoría accionaria del Estado Cubano.

DSC_0271

La política de estas últimas décadas, tiene sin embargo, un costado admirable. El Estado le proporciona al  ciudadano cubano una muy buena educación, libre y gratuita en los 3 niveles. Todo cubano cuenta con atención médica gratuita de baja, media y alta complejidad.  La salud pública es de muy buen nivel y  han logrado desde hace años ostentar ser el único país de América Latina sin desnutrición infantil, dicho esto por la propia UNICEF. Si bien hay carencias y a simple vista se observa escases, no tienen miseria.   Tienen seguridad en las calles y la población se desenvuelve tranquilamente. Se puede caminar con absoluto orden en cualquier lugar de Cuba y a cualquier hora, siendo habitante o turista, dado que el índice de delincuencia es realmente muy bajo. Las penas de cárcel, por lo que nos contaban, son muy elevadas y el que delinque va preso, sin tener en cuenta demasiado los atenuantes.

Otra peculiaridad es el cero desempleo. El Estado contrata a los desocupados para asegurar la plena ocupación. Pero en su absoluto control, es propietario y dirige todos los medios de comunicación. Según testimonios recogidos, los cubanos escuchan o ven ilegalmente la Voz de las Américas, Radio y TV Martí, etc. No existe prensa independiente autorizada y el acceso a internet es casi nulo.

Si bien hubo una apertura de Cuba para que los que lo desean puedan abandonar la isla, uno de los aspectos más negativos sigue siendo ese mismo punto, ya que existen numerosas trabas legales y económicas para salir del país.

Aunque las ideas socialistas van perdiendo fuerza, y como señalamos, la gente atraviesa una notable crisis económica, es muy enérgico todavía el sentimiento nacionalista y de independencia frente al capitalismo, y tienen como ejemplo para no copiar, la situación de otras islas caribeñas vecinas.

Observé también un pensamiento crítico dentro de los jóvenes con los que charlé, respecto a la manipulación de Miami. Los que sueñan con progresar y desenvolverse fuera de Cuba, hoy lo hacen pensando en otros sitios; en Canadá, por ejemplo.

Noté asimismo, un profundo respeto y admiración, aún de parte de los detractores de Fidel, a la imagen del Che. Sigue siendo un claro ícono de coherencia e ideales.

????????????????????????????????????
Pedro Pérez Rivero. Profesor de Historia, de la Universidad de La Habana

Un capítulo aparte son los cubanos como individuos. Las sonrisas que me regalaron, su música y su calidez, merecerían varias páginas  de narraciones con mis mejores conceptos. Y como si fuera poco, como dije al principio del relato, viven en un paisaje que no es otra cosa que una acuarela del mismísimo paraíso.

Puedo sentirme satisfecho con mi viaje. Creo que conocí bastante sobre la realidad cubana, como para no dejarme influenciar ni por los que dicen que Cuba es deprimente y oprimida, ni por los que aseguran que la revolución la convirtió en u
na panacea.

Dicen que viajar te abre la mente. Yo creo que es verdad.DSC_0293 (2)