MARIO MACTAS

Por Viviana Vila para Revista Claroscuro


MARIO MACTAS

CUENTA EL MUNDO.

 

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“Uno no es lo que es, por lo que escribe, sino por lo que ha leído”… dijo alguna vez  Jorge Luis Borges y de cierta manera ilustra, porque Mario Mactas  tiene la capacidad de comunicar desde cualquier medio los cotidianos hechos  del mundo,  impregnados con la sapiencia de una vida cultivada desde la niñez. Entre la ciudad de Buenos Aires y los campos de Carlos Casares,  fue construyendo su propia historia  empapada de la lectura de los grandes autores a los que se acercó por la sabia imposición de sus tías cultas, refinadas y comunistas.

Mario Mactas entendió entonces que el periodismo era pues , una forma de literatura práctica y aplicada que le permitió contar el mundo, buscar historias, desmenuzar la realidad  y analizarla .

 

Claroscuro: ¿Todos aquellos años de lectura fueron la impronta que sellaron tu futuro?

MM: Absolutamente, luego de egresar del Colegio Nacional de Buenos Aires, un paso por la Facultad de Medicina y otro por la de Filosofía , el periodismo se hizo la forma de vivir por elección , desde adolescente con los primeros trazos con la pluma en la gráfica de aquellos años que fueron la cuna  de toda  la carrera.

CO: ¿Cómo llega la radio a tu vida?

MM: A la radio tuve acceso en la década del 70 cuando alguien pensó que se podía hacer un impasse con lo musical, pasatista o liviano  y dar paso a una radio periodística. Así ingrese en   este medio hasta que a los pocos años me fui a España, previo paso por Colombia, otra tierra que me cobijo como hombre y periodista.  Bogotá fue una ciudad tan   preciosa como violenta, como es ahora  Argentina, pero aunque me costó,  igualmente pude trabajar  y luego me fui a España.

CO: ¿Cual fue el camino que pudiste recorrer en España,  como un profesional en lo tuyo, que iba por aquello de poder contar el mundo a través del periodismo?

MM: Estuve once años sin volver  y tenía  dos caminos: refugiarme en una especie de geto argentino, que agrupaba a muchos compatriotas a quienes no conocía, o ir para adelante;  y yo hice eso. Empecé a vivir a dos metros del suelo con la condición de extranjero, con lo que tenés que estar muy alerta y atento .Y en lugar de ser un argentino que esta lejos de su país, me hice español y trabaje allí, en  muchísimas publicaciones importantes.

CO: ¿Volver y reinsertarte, como fue?

MM: Tuve mucha suerte, porque aquí  cuando volvés y tenés acento exótico  te pones de moda, entonces hubo un período donde me volví atractivo para los medios.

gato zorro

CO: Un párrafo aparte de la radiofonía argentina de todos los tiempos es “El gato y el Zorro”;  el espacio que junto a Rolando Hanglin hicieron durante muchos años en Radio Continental.

MM: El gato y el zorro fue un momento de absoluta improvisación , que lo permitió  además,   el hecho de conocernos desde hace muchísimos años con Rolando,   ya que fuimos juntos al Colegio Nacional, y  nos entendemos, sin ser amigos  en el tradicional concepto adolescente de la palabra, pero tenemos un código de comunicación que nos permitió crear este espacio que es como un sit, un   pagina en Internet , que la gente maníaca la busca especialmente, que puede aparecer en televisión o en cualquier espacio de comunicación.

CO: ¿El futuro dónde y cómo te encontrará?

MM: .Como siempre,  haciendo radio,   televisión y cerca de la literatura, leyendo y escribiendo. La editorial Sudamericana ya reeditó el libro “El amante de la psicoanalista” y  próximamente saldrá la venta una obra reciente: “Así como tiemblan las piernas de mi amada”.

 

 

El gato y el zorro hoy descansan, pero sigue siendo, en la fantasía de la radio,  el  sublime  encuentro de un par de notables  observadores, conocedores acabados de todos los temas, consagrados maestros de maestros, arrogantes,  pícaros y  talentosos. Si usted no los escuchó, se ha  perdido  un momento tan delicioso como histórico.
Refinado, aplomado y  respetuoso. Tiene la capacidad de la pausa y el análisis. Desentona con la vorágine que lo rodea, pero  armoniza  con  el relajado mundo de la reflexión.

Mario Mactas se nutrió intelectualmente en un mundo que lo abrigó y al que le devuelve con talento ese crecimiento.