Las Guerras Antibióticas

DR sergio garcía
Por el Dr. Sergio Ariel García

 

  A comienzos del  siglo XX  y casi por casualidad, el Dr. Alexander Fleming,  descubre que un hongo llamado Penicillium notatum podía destruir una colonia de estafilococos;  bacterias que resultaban hasta ese momento  responsables de alta morbi-mortalidad en el mundo. Comienza una nueva era para la medicina. La “PRIMERA GUERRA ANTIBIÓTICA”.    

                                                                                                                                                    

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Una tarde de septiembre de 1928 en la ciudad de Londres,  el húmedo otoño encuentra al solitario científico en su laboratorio de Bacteriología del Saint Marys Hospital. El médico  escocés estaba estudiando una colonia de estafilococos muy agresiva pero a pesar de sus cuidados había sido contaminada con un hongo. Al volver a colocar sus ojos sobre el microscopio en búsqueda de sus bacterias… ¡Oh sorpresa!: encuentra que dichas esporas  habían debilitado casi por completo a sus colonias agresivas de Estafilococos. El Dr. Fleming entonces guardó la placa con el moho, lo aisló, lo cultivó y lo llamó penicilina. Probó con varias bacterias, encontrando que destruía una gran cantidad de ellas. A pesar de publicar sus hallazgos en una revista científica nunca patentó su descubrimiento y fue en 1931 cuando se probó en humanos con muy buen resultado. Como los laboratorios ingleses ignoraban las propiedades de la penicilina, el Dr. Florey  fue quien en EE.UU. tomó el hongo en sus manos y lo cultivó a gran escala hasta producir penicilina para satisfacer la demanda. Fleming recibe el Premio Nóbel en 1945 junto a los científicos Boris y Florey. Fallece en 1955 a los 74 años de edad, al mismo tiempo que comenzaba la carrera de la producción de las penicilinas semi sintéticas y la disputa de los laboratorios por la búsqueda de los nuevos y mejores antibióticos.

nota salud (2)Probablemente como resultado de esa estratagema, del  abuso y del mal uso de los modernos antibióticos,  hoy casi 80 años después,  nos encontramos transitando otro tramo trascendente de la historia bacteriana: El desafío de la resistencia de las bacterias a los antibióticos. La “SEGUNDA GUERRA ANTIBIÓTICA”.                                              
Esta RESISTENCIA BACTERIANA no es más que una serie de mecanismos que han puesto en marcha las bacterias para defenderse del ataque de los antibióticos. A modo de ejemplo,  en el caso del neumococo (bacteria que produce en los niños Otitis, Sinusitis, Neumonías y Meningitis) la penicilina actúa porque entra en la bacteria y la destruye. Ahora, los neumococos resistentes bloquean la entrada y no permiten que la penicilina ingrese en ellos.               nota salud (7)

El tema nos preocupa mucho a los médicos y debemos alertar a nuestra comunidad dado que las consecuencias de esta resistencia o en algunos casos multi-resistencia son muy graves y de alto impacto en nuestra población, en Argentina y en el mundo. Cuando las Bacterias son resistentes las enfermedades se prolongan, requieren de  nuevos productos farmacéuticos o de 2 drogas antibióticas para su tratamiento, los medicamentos, en general, son de mayor costo y deben ser empleadas por tiempos más prolongados; y además las personas portadoras de dichas bacterias resistentes contagian a otras personas y se diseminan en la población estas bacterias de mucho más difícil control.   

nota salud (5)Desde los años 40 hasta los 80, la penicilina actuó perfectamente contra el neumococo. Ahora, cada cinco o seis años aparecen nuevas cepas resistentes. Son las que ocupan la principal preocupación de la medicina ante algunos casos. Hoy se habla de un 25% de resistencia a la penicilina, problema que hace 20 años no existía.                           

¿Cuál es la real causa  de esta 2º Guerra Antibiótica?                                                                           

La práctica médica genera una paradoja, complicada de resolver. Mientras los antibióticos son eficientes armas contra las bacterias, el mal uso o el abuso de ellos, lleva a generar nuevas cepas de bacterias que son más difíciles de combatir. La raíz de este problema implica tanto a los médicos como a los pacientes y padres.                                                        

¿Qué hacer entonces, para no ver pasar la historia y ser “pequeños Fleming” actuales?                                    

En honor a que la mayoría de nosotros  no disponemos de un gran laboratorio de investigación, ni una preparación científica encomiable para la lucha molecular contra la resistencia bacteriana, podemos evitar el avance de este flagelo emergente siguiendo unos simples lineamientos como pacientes:

  • Tomar antibióticos sólo ante una estricta y clara indicación de su médico u odontólogo.
  • Cumplir con las dosis, los intervalos y los días de tratamiento indicados y no dejar de tomarlos al 2º o 3º día porque uno se siente mejor.
  • Tomar conciencia que los antibióticos NO son necesarios en la mayoría de las infecciones de la vía respiratoria alta, dado que el mayor porcentaje de resfrío, catarro, gripe, rinitis, faringitis, laringitis son causados por virus que nada le afectan los antibióticos.
  • NO a la automedicación y en especial NO indicar ATB a los niños sin la prescripción de un pediatra.

                                                                                                             

                                                                                                             

Dr. Sergio Ariel García.    MP 111.019 – MN 87.257                                                                           

Médico Especialista en Pediatría                                                                                                             

Médico Titular de la Sociedad Argentina de Pediatría                                                                                                          

Ex Residente del Hosp. de Pediatría Prof. Dr. Juan P. Garrahan