El Quijote argentino.
¿Que decir de René Favaloro que no se haya dicho? No es nuestra intención agregar nada más. Esta página pretende ser sólo un simple homenaje de Revista Claroscuro a un hombre que nunca tuvo pelos en la lengua, que denunció la corrupción y propugnó una medicina social al servicio del individuo. Un hombre a quien le gustaba hablar sobre casi todos los temas, con palabras sencillas pero cargadas de crudeza lógica, que normalmente provocaban rechazo en los sectores de poder y hasta incluso en muchos de sus pares.
Una persona que no obstante haber recibido las más altas distinciones a nivel mundial, nunca se olvidó de “El Mondongo”, aquel barrio platense que lo vio nacer, como así tampoco de su querido club Gimnasia y Esgrima de La Plata, ni de su paso por Jacinto Aráuz, aquel pueblo pampeano, a quien dedicó años de su vida. La sencillez de un grande.
Muchas pudieron ser las causas de su decisión final, pero todos sabemos que la falta de conciencia social, el desmembramiento del sistema de salud en aras de una fría y despiadada globalización comercial, a quien no le interesan los más necesitados y la indiferencia de los gobernantes de entonces a sus reclamos, fueron los factores desencadenantes para que uno de los más grandes seres humanos que diera nuestro país, decidiera terminar con su vida. Una dolorosa pérdida para toda la humanidad. Algo que jamás debió suceder.
“Si dejamos de lado nuestra honestidad, nuestro respeto por nuestros semejantes y no entendemos que nuestra profesión tiene ese sacerdocio, que no puede ser desviado por más tecnología que tengamos por delante, realmente tiene muy poco sentido ser médico en nuestro tiempo. Insisto: vivimos un momento en que tendremos que volver a esa sociedad solidaria y participativa, donde no podemos dejar de reconocer que un porcentaje importante de la población queda ahí, en el costado, cada vez más numeroso, que vive en estados miserables. De una vez y para siempre debemos entender que la salud es un derecho y todo esto debiera estar al alcance de todos”.
René Favaloro