Historia del Paisaje de Mar del Plata

 

 

mdp
Por  Patricia Crowder*

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“El paisaje es vinculante, integrador de ideas”.

 

 

 

En la historia de las ciudades que nacen y se desarrollan a la vera de grandes superficies de agua, se verifica una lucha en la que pueden establecerse distintas etapas. De la primigenia precariedad de las construcciones sometidas a agresiones provenientes del escaso control del curso de agua, y en cuyas resultantes espaciales prima el componente natural sobre lo construido artificial; se pasará a grandes obras de infraestructuras que dejan un espacio altamente artificializado con intervenciones de elevado grado transformativo, que ponen bajo control y dominio a las grandes masas de agua  para el uso urbano, variando radicalmente la relación de la ciudad con el frente de agua, y  generando nuevos lugares urbanos.
En una clasificación esquemática, tres han sido los espacios más relevantes que han caracterizado significativamente a una ciudad en su encuentro con un frente de agua: los puertos,  los paseos costeros y las playas.  Con características y resultantes diferenciadas, cada uno de ellos ha marcado una impronta en los espacios públicos de la ciudad.

1) En el puerto de la ciudad marítima, se produce una confrontación de escalas: la territorial; la de la ciudad; la del lugar. Cada una aporta su lógica propia para configurar un paisaje singular y único. Hay otra escala: la del mar, de imposible medida como lo son los caminos invisibles que lo surcan. El puerto es un lugar de límites, y el límite crea lugar y arquitectura. Como límite entre la tierra y el mar, y como límite que imponen al mar las geometrías de las dársenas y diques, el puerto se configura como  una arquitectura donde los muelles constituyen el edificio y las dársenas el negativo donde el mar se amansa. El puerto es un lugar donde se mira, es una escena de arquitecturas efímeras sobre el límite fijo de muelles con sus cantiles de geometrías rotundas.

Europa con su realeza, asume un  nuevo concepto de la salud; los baños marítimos terapéuticos. Las clases más adineradas toman su ejemplo, y convierten a la ciudad balnearia, en la  Biarritz argentina. Para las primeras décadas del siglo XX, con la construcción del Club de Golf, Ramblas de paseo costero, Hoteles de primera categoría, canchas de tenis, paseos arbolados como el Gral. Paz hecho por Carlos Thays hacia 1908,  transforman en villa de categoría europeizante, a la ciudad de Mar del Plata. Se elige al sector de Playa Bristol como nexo vinculante entre el centro de la ciudad y los espacios, para edificar las grandes Villas, que usa la clase adinerada porteña como lugar de ocio de descanso estival. Grandes volúmenes arquitectónicos, como colosos del desierto, aparecen en escena dominantes. Hacia 1938,  comienza la construcción del Complejo Casino – Hotel Provincial, en la antigua Rambla de Madera. (Playa Bristol)  El proceso de ocupación y uso de las costas urbanas, junto con la construcción y complejización de los dispositivos materiales que vehiculan esa intervención en el espacio, se vinculan a la larga lucha entre el hombre y el medio, entre la cultura con sus posibilidades y limitaciones técnicas y el dato natural. Surge una relación compleja del paisaje, donde Pampa, Mar y viento, quedará definida.

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2) El paseo costero es, en esta paulatina separación de funciones,  un elemento urbano que se asienta sirviendo tanto para dar un acabado a la ciudad al encontrarse con el límite del agua, como para establecer y ordenar un uso determinado de la costa. Estos artefactos se caracterizarán por su condición de espacio público, que facilita la relación social y la recreación a partir del disfrute del entorno natural propio del litoral. Junto a los paseos, en muchas ocasiones, se integran playas que complementan el uso recreativo y de ocio de la costa, un uso que se consolidará en el siglo XIX a partir de la promoción de las virtudes de las aguas y el sol luego de superar los recelos higienistas -los que adjudicaban a las húmedas condiciones climáticas el origen de enfermedades-

Luego de la revolución energética, en la cual funciones económicas fueron liberadas y surgió el fenómeno urbano, la “era infraestructural” –situada entre 1846-1892- se define por la expansión y desarrollo de la estructura urbana asentada en una trama de infraestructuras que la vinculan a la región y el mundo. Las ciudades a través de ferrocarriles y puertos modernos, no solo crecieron, sino que simultáneamente definieron una nueva inserción en el territorio, una implantación en el medio natural en que se encontraban asentadas estableciendo relaciones productivas y de dominio sobre el mismo.
Si bien previamente, toda ciudad costera es una ciudad seccionada, con un mar que la corta y la aprieta a la tierra, al mismo tiempo que la lanza y difunde por las mil rutas marinas.  Los paseos costeros comunican la ciudad visible con una ciudad invisible fantástica, que siempre es lejana, próxima, igual y distinta, y que se construye discontinuamente a golpes de apariciones.

Las  ciudades establecían un vínculo con su medio natural, que se perfilaban junto a  las sociedades, una progresiva capacidad transformativa sobre el entorno.

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3) A partir del Siglo 18, la realeza, luego la burguesía, los transformaron en un proceso de apropiación para el disfrute y placer social, trasladando sus lugares vacacionales. Elabora la diferencia entre lugares de esparcimiento espontáneo y los de “equipamiento racional” para un público distinguido, lo que se llama el “despliegue de la arquitectura del mar” con el surgimiento a partir de 1820-60 de la moda del baño en agua salada: playas marítimas.

Así como la participación municipal delimitando espacios y controlando el baño popular.

En este marco conceptual el turismo puede ser concebido como fenómeno social, que implica el acondicionamiento de recursos naturales para la explotación racional, la instrumentación de diversos servicios con el objetivo de satisfacer las necesidades de los consumidores bajo modalidades predeterminadas por el uso, las costumbres y la moral imperante en un tiempo histórico.

Para las  primeras décadas del siglo XX, se introduce al diseño de espacios verdes como vehículo primordial en la relación hombre – naturaleza, intentado restablecer el vínculo perdido.

Para la década del 30’, tenemos el primer plan regulador urbanístico, hecho por Della Paolera.

Dos ideas resumen la noción de parque público: la pervivencia de la idea de paseo y  la de ser un espacio adecuado para la vuelta a la naturaleza virgen.

Surge el primer parque público Gral. San Martín, como parque abierto, donde se abandonan las simetrías y puntos focales, se incorpora simplicidad y pureza de líneas. Hay poca utilización de recursos naturales, formando un conjunto con el Complejo Playa Grande.

Es éste, imagen de volúmenes cúbicos elementales, que ocupa el hueco de la bahía con equilibrio axial. Dos ejes compositivos virtuales se cruzan en el centro del conjunto ocupado por la terraza, donde destaca el espejo de agua de la pileta central.

El paisaje es la naturaleza sin la obra humana, es el paisaje natural. La relación con el paisaje es de valoración estética, de contemplación de panoramas naturales.

En el marco del nacionalismo, la Pampa vuelve a adquirir valor como paisaje, junto con las costumbres nacionales, con los parques gauchescos.

Tres corrientes de planificación tendrán impacto directo en nuestra costa: Urbanismo CIAM, Carta de Atenas; Urbanismo Regionalista y Urbanismo rural y ciudadano.

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*  Miembro ASADEP – IALE
Asociación Argentina de Ecología de Paisajes

Planeamiento del Paisaje –  Universidad Torcuato Di Tella (UTDT)