La des-cosificación

 Un camino hacia la felicidad.

mascara blanca
Por el Dr. Federico Valiente. Psiquiatra

 

No cabe la menor duda que el nivel de insatisfacción se encuentra en aumento entre los seres humanos, y que buscamos desesperados nuevas religiones y  filosofías de vida que llenen ese terrible vacío que existe en nuestro interior.

Pero cuanto más  nos esforzamos mas nos desilusionamos, ya que los intentos terminan en grandes decepciones;  esto es así porque miramos todo a nuestro alrededor con nuestra óptica “cosificada”, y lo que tendrían que ser actos lo transformamos en objetos.

Por ejemplo intentamos  aumentar nuestra autoestima, no con alguna acción que refuerce nuestra autovaloración, sino que intentamos adquirir algún objeto que haga eso por nosotros. Adquirimos una camioneta de lujo, en una jugada desesperada para mostrar a los demás de que  somos más de lo que nosotros en nuestro interior sentimos que realmente somos.

Haciendo esto buscamos que ese objeto aumente nuestro valor, en ese momento nosotros nos transformamos en una “cosa” (cosificación), y nos volvemos absolutamente inmóviles, detenidos, carentes de autentica frescura que nos permita acontecer.

Cuando intentamos comprar el cariño de un hijo o de nuestra pareja por medio de regalos, también nos cosificamos, porque el cariño que esa otra persona tendría que colocar en nosotros, obviamente termina desplazada al objeto, y después nos quejamos porque eso ocurre.

Estos escuetos ejemplos son una muestra clara de que la mayoría de nuestros actos diarios nos cosifican. Por ejemplo cuando vemos televisión nos volvemos inertes, cuando nos ponemos en pose en un boliche buscando que nuestro exterior se convierta en objeto de deseo del otro, o cuando transformamos una casa que debería ser un hogar en una fachada palaciega para que otro la observe, nos quedamos rígidos.

Las modelos pasando ropa en una pasarela se transforman en objetos, que después se sienten infelices porque nadie escucha lo que piensan, está muy bien porque las cosas no hablan.

Es así como en todas las facetas de nuestra vida dejamos de ser actos para transformarnos en objetos, dejamos de ser verbo para transformarnos en sustantivo.

Pero como la vida es acto, la estructura cosificada de nuestra personalidad, la rigidez con la que nutrimos nuestra existencia, no nos deja acontecer con naturalidad y mata todo intento de creatividad.

Tendemos a escondernos en espacios donde no ocurran cambios, y todo aquello que nos saque de nuestro escondite estático nos aterra, nos llena de miedos. Y sabemos que los miedos son el origen de la perversión, es así como los actos perversos van en aumento, y el nivel de agresividad  e intolerancia entre los seres humanos sigue una curva exponencial.

Por eso, si queremos ser felices debemos des-cosificarnos, ponernos en acto. Y esto no va en contra de tener cosas, pero lo que hay que prestar atención es que las cosas no nos tengan a nosotros.

Estar atentos todo el tiempo para no volvernos rehenes de los objetos y sí sus amos. Si acontecemos permanentemente, si entendemos que estamos en esta vida para actuar, si nos sacamos de encima los miedos al cambio, encontraremos un maravilloso camino para transcurrir esta vida.

No existen eternidades en la vida de un ser humano, la vida es devenir por lo tanto todo cambia. Lo único seguro es la muerte, a eso todos vamos inexorablemente.    Debemos recordar diariamente la finitud de nuestra vida para que la misma se transforme en una fiesta de acción y creatividad.

Todos vamos a morir algún día, pero solo aquellos que consigan transformar su vida en una permanente transformación sin miedos, en un acontecer repleto de experiencias, tendrán la dicha de haber cambiado una mera existencia por una verdadera vida.